Quizás el cultivo del tomate sea el más popular en el huerto urbano por ser de consumo habitual (20 kg por persona al año). Sin embargo, en su cultivo se pueden encontrar varias dificultades.
Es un cultivo exigente en nutriente, riego y sol.
Se le asocian una amplia gama de plagas y enfermedades.
Conlleva tareas más especializadas como el entutorado o la poda de los brotes secundaros o desmochado.
El cultivo ecológico del tomate tendría que cumplir los principios de sostenibilidad.
1. Recurso sostenible. Esto quiere decir que la tasa de explotación tiene que ser menor que la tasa de renovación. Su temporada es a principios de primavera, y se necesitan 3 meses para finalmente hacer la cosecha. Si tenemos que su tasa de renovación es de 100 por año, se producirá 60, para dar margen a que se renueve adecuadamente (y también estaremos aplicando el principio de prevención).
2. Vaciado sostenible. En el transporte de los tomates recolectados, se podría sustituir la gasolina u otros recursos no renovables por la "gasolina ecológica" la cual contiene alcohol carburante, menos nocivo para el medio ambiente.
3. Emisión sostenible. La contaminación producida por el transporte debe de ser asumida por el cultivo de tomates, transformando el CO2 en O2.
4. Capacidad de carga. Por ejemplo, si en una parcela de una determinada dimensión podemos cultivar 20 brotes de tomates, no podríamos cultivar más si queremos cumplir este principio de sostenibilidad.
5. Prevención. Si la tasa de regeneración del cultivo de tomates es de 100 por año, cultivaremos 60 dejando un margen de seguridad.
6. Costes totales. Cuando se tenga la cosecha final y se lleve a mercado, tendremos que ponerles el precio real en términos sostenibles, es decir que el precio final sea resultado de su producción sostenible.
7. Desarrollo equitativo. Durante las plantaciones, la cosecha, transporte y demás trabajos, no se ha tenido que explotar a ningún trabajador, manteniendo la justicia y sostenibilidad social.
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